RESUMENES DE LOS CAPITULOS 5, 6,
7 Y 8
CAPITULO CINCO
¿Cómo hacer que las cosas marchen mejor?
“Apunte
a la luna. Aunque no acierte caerá entre estrellas” dice Les Brown antiguo
diputado estatal y hoy popular orador motivacional. Cuando las cosas no le
estén saliendo bien pregúntese si esta pensando en cosas buenas o malas. Conocí a un individuo que había alcanzado
cierto éxito, pero una recesión económica afecto a la industria en la que
trabajaba y muchos empleados (entre ellos él) quedaron cesantes temporalmente,
según sele dijo. Usted necesita ganar
más, ¿no es cierto? Pues me acaba de dar varias razones por las cuales no está
ganando los recursos adicionales que desea. Una de ellas es que, en lugar de
competir consigo mismo, está compitiendo con su hermano. Obviamente este
individuo poseía mayores capacidades de las que creía tener, pero se había
venido menospreciando a sí mismo durante
tanto tiempo que llegó a creerse un inepto. A pesar de todo, aún brillaba en su mente una pequeña llama de esperanza,
que fue la que lo llevó a buscar la ayuda de una persona que él creía que le
podía ayudar. Debía imaginarse a cada una de las hijas por turno entrando a la
universidad con buena preparación. Este hombre y toda su familia descubrieron
el precioso secreto de hacer que las cosas marchen mejor, mucho mejor. ¿Qué es
la ley de la oferta? Es la operación del principio de abundancia a que se
refirió Jesucristo cuando dijo “Yo vine para que tengan vida y para que la
tengan en abundancia” (S. Juan 10). Habíamos estado practicando este principio
durante veinte años sin saber que se le hubiera dado un nombre. El creador de todas las leyes científicas creó
también la ley de la oferta para darnos a nosotros valores maravillosos de su
infinita abundancia. No diga nunca que las bendiciones son escasas, o siquiera
que el dinero es escaso, pues la sola afirmación de tal cosa las ahuyentará. “Hay una manera mejor de hacer eso. Encuéntrala”.
Una vez que yo acababa de hablar en el auditorio de una ciudad, un hombre que
realmente estaba en deplorables condiciones mentales entró detrás del
escenario. Era un joven, como de unos treinta años, y me dijo que se encontraba
en una situación desesperada. Entonces le di una formula: “Primero, varias
veces al día párese derecho, como si fuera a alcanzar el cielo con la
coronilla.” “Segundo, piense alto. Piense pensamientos grandes, pensamientos
victoriosos” “Tercero, le aconsejé póngase derecho espiritualmente. Piense en
la grandeza de Dios. Diez veces al día repita en voz alta una de las mayores
declaraciones afirmativas de fe: Todo lo puedo en Cristo que me fortalece.
CAPITULO SEIS
El día es suyo: ¡aprovéchalo!
Los
pensadores positivos obtienen resultados positivos porque aprecian el valor inestable
de un día, de hoy, no mañana, sino el día presente. El día le pertenece, de
modo que lo convierte en una maravillosa experiencia creativa. Esas palabras
colmadas de inspiración y estímulo que me ayudan todas las mañanas, llueve o
truene, a aprovechar el día, son éstas: ¿Qué vamos hacer con el? La respuesta es
fácil. Vamos a seguir trabajando hacia nuestras metas, y pese a los reveses,
contratiempos y dificultades que se nos puedan presentar, seremos realizadores
porque somos pensadores positivos. Mi esposa Ruth y yo visitamos la gran
provincia de Alberta, en el Canadá, donde las vastas llanuras llegan hasta el
pie de las Montañas Rocosas. Ella, que siempre tiene la mente práctica, me
contestó. El capitán Max Cleland era un joven vigoroso hasta una mañana de 1968
en Vietnam, pero antes de que cayera la noche su robusto cuerpo era una ruina:
la explosión de una granada le arrancó ambas piernas y el brazo izquierdo. De niña, cuando les hacía vestidos a mis
muñecas, soñaba que algún día iba a ser una famosa diseñadora de modas; y
durante muchos años perseguí esta meta. Fue en mis clases de costura donde
sentí con mayor fuerza que mi viejo entusiasmo volvía a bullir dentro de mí. Yo
ardía de entusiasmo por mi trabajo y por una vida que no había conocido desde
la niñez. No me cabía duda de que la fuente de esta vitalidad era Dios. Yo tuve la fortuna de que nunca me dieran un
empleo que ya era de éxito. Al sacar adelante la que está en decadencia, obtiene
usted un éxito personal. El entusiasmo es contagioso. Se transmite de unos a
otros, pero no lo puede uno generar en
los demás si no lo siente uno mismo. Cuando visité por primera vez un salón de
clases en el deteriorado sistema escolar, me impresionó la expresión de interés
y curiosidad que vi en las caras de los muchachos. Sin duda todos los oradores
pueden contar casos de personas cuya vida cambió fundamentalmente en estas
reuniones. Una noche debíamos hablar tres conferencistas en una reunión de
motivación en Chattanooga. Jamás sabremos por anticipado cuándo nos va a llegar
el gran momento. Esa realización de su vida puede empezar en cualquier día.
Hace poco consagré una capilla en una gran planta industrial en Filadelfia. Él
y su mujer, sobreponiéndose a la pobreza, habían fundado aquella gran fábrica
que daba empleo a centenares de personas. Desde luego, la actitud positiva
hacia la vida tiene un enemigo,
disimulado y sutil, que se llama el desaliento.
CAPITULO SIETE
El pensador positivo se sobrepone al desaliento
¿El
pensador positivo no de descorazona nunca? Claro que sí. Es un ser humano,
sujeto a las alzas y bajas de los estados de ánimo; pero no se mantiene
descorazonado porque ha aprendido a manejar este sentimiento. Cuando baja,
déjelo bajar, pero mentalmente haga que su control mental restablezca
rápidamente la dirección ascendente. Dar autoridad a sus pensamientos
positivos. Enseñorearse de su vida como
lo autorizó Dios. Enciérrese en un cuarto a puerta cerrada y siéntese
tranquilamente. Siendo joven pasé por un periodo de desaliento. Cuando se le
acumule a usted el desaliento y amenace aplastarle el espíritu y frustrar su
actitud positiva, busque alguna persona comprensiva que quiera escucharlo en
forma creativa. Naturalmente, no hay que esperar que el solo acto de escuchar
elimine siempre el desaliento con tanto éxito como en el caso que he narrado. Puesto
que el pensamiento es una cosa que ocurre en su mente y que usted puede
controlar si tiene la voluntad de controlarlo. El pensador positivo es
indispensable para los procesos garantizados de mantener alto el espíritu, tan
alto que el descorazonamiento no pueda penetrar. El pensador positivo es creativo,
sereno, objetivo en cualquier situación en que se encuentre. Nunca lo apabullan
los problemas, porque sabe que cada problema tiene la semilla de la solución,
que toda dificultad encierra alguna gran posibilidad. He indicado anteriormente
que en mi vida de trabajo he tenido la suerte de que no se me haya dado nunca
un empleo fácil. Los pensadores positivos
pueden descorazonarse a veces, sencillamente porque son seres humanos. Como lo
observé antes, a todos los seres humanos los afectan las alzas y bajas del
estado de ánimo. Después de cada fracaso hay que buscar un éxito. Ésa es la
manera de comportarse un pensador positivo en una situación de fracaso, y ésa
es la manera también de triunfar el pensador positivo sobre el desaliento.
CAPITULO OCHO
Suprima el hábito de la palabra negativa
Los pensadores
positivos dejan a un lado muchas palabras. Suprimen toda palabra o expresión
negativa que les estorba para su crecimiento y desarrollo . Un grupo de
personas compraron un terreno para edificar una gran institución de servicio
social, pero como sucede siempre, había ente el grupo algunos que abrigaban sus
dudas sobre al factibilidad del proyecto. Pero había entre ellos un hombre
positivo e innovador a quién se le ocurrió una idea genial: En efecto, cerco su
parcela y colocó en ella tres lápidas pequeñas. Los pensamientos, ideas y
conceptos que se alojan en nuestra mente producen actitudes y creencias, y
éstas a su vez determinan si triunfaremos o fracasaremos. Mi esposa, Ruth
conoció una vez a un granjero de Dakota en una comida, en una población de los
llanos occidentales. El granjero había vivido muchos años con la naturaleza.
Había convivido con los elementos, el viento, el frío, el calor y los tornados.
Recuerde la historia de Mordecai Brown, uno de los más grandes lanzadores de
las grandes ligas de béisbol en su tiempo. Un pensador negativo se habría
lamentado diciendo: ¡Adiós sueños! Es
imposible” El pensador positivo es un creyente. Cree que nada es demasiado
bueno para ser verdad, así que cree en los milagros. Un hombre de pensamiento
negativo estaba casado con una mujer de pensamiento positivo. Mira lo que me
encontré en una caja de mercancía que
estaba desempacando. Lo pondría allí algún inglés chiflado, si no loco. Con
esto se enzarzaron en una de sus disputas amistosas, hasta que Helen acudió al
diccionario y allí leyó: “Milagro…suceso o cosa extraordinaria y maravillosa”
Si usted quiere saber cómo será dentro de cinco o dentro de diez años, lo único
que tiene que hacer es leer los pensamientos que hoy dominan en su mente.
Expresiones comunes que indican expectación negativa son: ”A mí todo me sale
mal”, “Ya sé que no podré hacerlo”, “Va a hacer un día pésimo”. Si adoptamos
ideas erróneas, también podemos desecharlas.
NILDO TIMOTEO ESCOBAR CASTRO
CARNÉ 0219-09-8335
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